
Como actividades, en la universidad podríamos leer en clase las noticias publicadas en algunos periódicos, cómo ABC y La Razón, comprobando cómo defienden la figura del rey como si viviéramos en la Edad Media, al mismo tiempo que otros periódicos, como el Mundo ofrecen dos caras, y el País y la Vanguardia se decantan por reflexionar sobre lo que supone un rey en una democracia. Volviendo a la escuela, podríamos leer algunos cuentos de príncipes y princesas, hacer dibujos en papel o en la tablet y debatir sobre la figura del príncipe azul. Aquí ya aparecerían los rasgos de machismo que presenta y la cosificación de la mujer que está dispuesta ser un adorno con tal de contar con la complacencia del príncipe azul. Avanzaríamos a Primaria y allí no nos quedaría más remedio que darles la mala noticia de que el príncipe azul no existe. En los institutos, la polémica estaría servida si hablamos de la infanta Leonor y cómo por haber nacido donde ha nacido será la nueva reina de España. Buen momento, para señalar el toque de modernidad que supone que sea una reina y no un rey, como viene siendo costumbre. Claro que habría que tratar el papel que tiene en todo esto la reina doña Leticia, pues además de traer al mundo los niños, no es más que un florero dentro de un salón. O sea, un condimento ultramachista del tema. Cuando los niños de Infantil dibujen el rey, su familia y la monarquía, pensarán qué bonita familia forman. Al menos de cara al exterior. Ya en Primaria se les podría plantear ¿y si los reyes hubieran tenido un hijo varón, qué habría pasado? Es probable que en esta etapa ya piensen cómo Felipe VI llegó a rey, teniendo hermanas mayores. Es varón y el varón en monarquía está por encima de la mujer. Uff, vaya patada a la igualdad de género. Pero, que nadie se preocupe, al rey se le permite todo.
Será difícil el debate sobre el sueldo del rey y del presidente de gobierno. Pedro Sánchez, sobre 84000 euros, mientras que el rey Felipe VI se echará en el bolsillo 242000 euros. Creo que por muy monárquico ortodoxo que sea el alumno de final de Secundaria y de universidad, va a ser complicado justificar tal diferencia.
Seguro que los universitarios, tratarán la figura del rey emérito y lo publicado en prensa en los últimos 20 años, sus devaneos amorosos continuos, su afán por despilfarrar el dinero y la gran fortuna que tiene, tremendamente exagerada en relación con lo que ha cobrado hasta ahora del estado. Claro, que habrá que analizar la opinión de políticos, tan respetados como Felipe González, que ponen el acento en la presunción de inocencia y en su gran apoyo a la democracia, para minimizar lo que es incuestionable: las grabaciones de su amante Corina y las cuentas en Suiza y en otros paraísos fiscales reales, no reales de rey, sino reales de sinvergüenza y corrupto. A cualquier ciudadano de a pie si se compra un chalet de varios millones de euros, un coche de alta gama y lleva una vida de despilfarro, Hacienda lo llama y lo investiga. Pero al rey emérito, no, es inviolable.
Se me ocurre para terminar un debate virtual sobre la entrevista que mi admirado Julio Anguita concedió a la Sexta, en la que dice frases tan rotundas y llenas de contenido como estas: “Es un pícaro que podía cantar y le han buscado la salida de hacerle inviolable”, “la inviolabilidad del rey es un artículo nefasto porque se dice que todos somos iguales ante la ley y él no”, “el que sea rey emérito se lo han sacado de la manga”. Mis alumnos del grado de Educador Social, a los que tanto les gusta debatir, tendrán aquí para rato. Cuando salgan a colación los presuntos negocios ilícitos de Juan Carlos y la fortuna amasada durante todo su reinado, puede que ardan los tertulianos más guerrilleros. Lo que más pena me da de esta historia, por poner algo de humanidad y dignidad, es la reina consorte, Sofía.
Después de tantas reflexiones, actividades y debates, sigo sin saber bien para qué sirve un rey. Igual mis alumnos me lo pueden explicar.