La orientación educativa, olvidada prácticamente en la configuración de los nuevos estudios de Grado que se están aprobando en los últimos meses en todas las universidades españolas, ocupa, sin embargo, un papel de gran relevancia en la formación del alumnado por cuanto incorpora entre sus finalidades aspectos que redundan en la calidad del proceso educativo.
En la revista MUFACE nº 215 de julio-septiembre de 2009, se aborda este tema en el artículo que se transcribe literalmente a continuación. Para todos los docentes, familias y sociedad en general su contenido puede ser el punto de partida de un debate mucho más profundo.
LA IMPORTANCIA DE LA ORIENTACIÓN EDUCATIVA 
La sociedad ha cambiado, y con ella la escuela. Cada vez es más necesario asesorar al profesorado sobre problemáticas que antes no existían: multiculturalidad, violencia escolar, compensación de desigualdades… Por eso la orientación se ha convertido en los últimos años en una faceta clave del proceso educativo, desde la etapa infantil a la universidad.
“Es preciso que la Administración educativa siente las bases mínimas de un modelo de orientación español, con unos acuerdos básicos a todas las comunidades autónomas. Un modelo basado en la calidad, en el trabajo de profesionales que atiendan a todo el alumnado, con o sin necesidades educativas, que asesoren al profesorado y orienten a las familias”. Así se ha puesto de relieve en las jornadas celebradas recientemente en Murcia por parte de la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España (COPOE).Los profesionales del sector advierten que cada vez es más importante asesorar a los docentes sobre problemáticas que antes se desconocían. Estamos hablando, por ejemplo, de lo que se ha dado en llamar “alumnos disruptivos”, de la desmotivación, del déficit de atención o la hiperactividad o de fenómenos violentos como el acoso escolar o el ciberbullying.
Por lo mismo, los docentes también precisan que les ayuden en temas como: materiales específicos para trabajar la diversidad, agrupamientos más flexibles, formación en TIC aplicadas a la educación, evaluación, tutoría o simplemente medidas para mejorar la convivencia en el aula. La Ley Orgánica de Educación (LOE) señala que “corresponde a las administraciones educativas promover las medidas necesarias para que la tutoría personal del alumnado y la orientación educativa, psicopedagógica y profesional constituyan un elemento fundamental”.
“Ante esta nueva sociedad, configurada por las redes de la información y de la comunicación, ante este mundo global y digital y los nuevos modos de enseñar y de aprender, los profesores deben desempeñar un papel fundamental a la hora de preparar a los alumnos para ocupar el lugar que les corresponde en la sociedad y en el mundo del trabajo”. Lo dice la doctora en Ciencias de la Educación Concepción Monge, autora del libro Tutoría y orientación educativa. Nuevas competencias. Esta experta cree que el papel del profesorado ha cambiado necesariamente, pero el objetivo final sigue siendo el mismo: conducir al alumno a la construcción de su proyecto de vida. “El docente tiene que poner al alcance de sus alumnos los elementos y herramientas necesarias para que ellos mismos vayan construyendo su conocimiento, a la vez que se remarca la necesidad de un aprendizaje activo, sig
nificativo, cooperativo y vivencial”.
España cuenta con un complejo sistema de orientación regulado en cada una de las comunidades autónomas. Así, en Infantil y Primaria hay orientadores a tiempo completo en determinados centros, y en otras CC.AA. están integrados en equipos que atienden esporádicamente a cada centro. Por lo general, en Secundaria el modelo es más homogéneo, a través de los denominados departamentos de Orientación.
Diversidad de las aulas
No obstante, según COPOE, falta mucho camino por recorrer, “ya que no es de recibo que un solo orientador deba atender a más de 1.000 alumnos. Imaginemos que sólo hubiera un médico en cada localidad independientemente del número de habitantes”. En la actualidad, tal y como recomienda la Unesco, sería necesario una ratio de un orientador por cada 250 alumnos. En su Manifiesto por la Orientación, aprobado en Murcia, COPOE cree necesario atender a las dificultades de aprendizaje, cada vez más generalizadas, las necesidades educativas especiales, la multiculturalidad creciente y las desventajas socioeducativas. “Se imponen modelos educativos que requieren la intervención de profesionales complementarios a los docentes. Del ámbito social, como trabajadores y educadores sociales, de otros sectores, como la sanidad, y, especialmente, profesionales de la orientación”.
Muchos de los que se dedican a esta especialidad creen que si hubiera un mayor fomento de los planes de orientación, nuestras cifras de abandono y fracaso –actualmente cercanas al 30% en Secundaria– serían muy inferiores. “La creciente diversidad del alumnado, derivada de necesidades educativas especiales, de orígenes étnicos y socioeconómicos diversos, de los diferentes estilos de aprendizaje…, requiere de departamentos de

Orientación fuertes que ayuden al profesorado”, apunta Ernesto Gutiérrez-Crespo, presidente de la Asociación de Psicopedagogía de Euskadi (Apside), quien recuerda que ésta es una tarea intrínseca a la labor educativa: “Todo educador debe ser orientador, aunque la complejidad de esta tarea exige la existencia de profesionales especialistas en este campo”.
No hay que olvidar que la LOE asigna a los orientadores un papel específico para que funcionen determinados aspectos de la enseñanza, entre ellos, la evaluación psicopedagógica para acceder a los programas de integración o compensatoria, los programas de aprendizaje básico (PAB), los de refuerzo, orientación y apoyo (PROA), los de diversificación curricular o los de cualificación profesional inicial (PCPI). En opinión de Ana Cobos, presidenta de la Asociación de Orientadores y Orientadoras de la provincia de Málaga (AOSMA), esta labor “influye en gran medida en el rendimiento personal y académico del alumnado, pues se encarga de atender su diversidad”, y además “desde los programas de orientación académica y profesional, se hace llegar a cada estudiante la información correspondiente a la oferta educativa, no sólo de la zona, sino también del propio centro, de forma que se les ayuda a construir su propio itinerario académico y profesional”.
Proceso continuo
Los expertos consideran que la especialidad ha pasado de ser una intervención reducida a momentos puntuales a convertirse en un proceso de ayuda continuado en el tiempo, que pone especial énfasis en la prevención y en el desarrollo personal, eso sí, a lo largo de toda la vida. “Hoy se incide en una práctica entroncada en el proceso educativo –explica Monge–, de forma que el alumno es un sujeto activo y la orientación se concibe como un proceso continuo. Aquí radicaría la mejora en el rendimiento del alumno. Los tres principios básicos en los que se fundamenta son prevención, desarrollo de capacidades e intervención social”. Gutiérrez-Crespo señala que la formación del profesorado es una de las asignaturas pendientes, y apunta que en los últimos años ha habido muchos cambios en las leyes educativas sin que hayan incidido en su importancia. “El CAP ha demostrado ser absolutamente insuficiente para favorecer la competencia educativa del docente que, especialmente en Secundaria, más que un impartidor de materias, es un educador que ha de favorecer el crecimiento integral de su alumnado”. También deja claro que el docente sigue siendo, a pesar de todo, un modelo para su alumnado. “La forma de interactuar con el grupo, de resolver los conflictos que surgen, la aplicación de estrategias para aprender a enseñar…, son aspectos fundamentales que dejan profunda huella en el alumnado”. Para este profesor “el mejor alumno o alumna ya no es el que más contenidos es capaz de asimilar, sino aquel que sabe afrontar situaciones nuevas”.
Ana Cobos, que desempeña su labor en el IES Ben Gabirol, de Málaga, advierte que la formación en competencia emocional para el profesorado es fundamental en la gestión de las propias emociones y del alumnado. “La materia prima con que se trabaja es la persona, y si no se tienen en cuenta estos aspectos, lo que repartiremos será insatisfacción. Aprender a escuchar, a identificar las emociones y a poner en funcionamiento estrategias para afrontar los conflictos y hacer de éstos una fuente para el aprendizaje es todo un reto por el que merece la pena trabajar”.
Daniel Vila
ENTRE TODOS
El asesoramiento a las familias es clave “porque la sociedad es cada vez más compleja y los padres lo tienen mucho más difícil”. Esto sitúa la orientación como un factor básico de la enseñanza, desde la primera infancia hasta la madurez, a cargo de profesionales preparados en esas problemáticas específicas y con un profundo conocimiento de las necesidades educativas y laborales de nuestra sociedad. Concepción Monge piensa que se han de potenciar las interacciones entre profesores, orientadores, alumnos, familiares: “Porque el alumno sencillamente forma parte de esos ámbitos: es alumno, es compañero, es hijo, es ciudadano… Sin embargo, la estructura organizativa, la pluralidad de profesores, la variedad de los objetivos educativos y el funcionamiento complejo de los centros, sobre todo en Secundaria, son razones suficientes para determinar la necesidad de la figura del tutor, cuya designación responde a la intención de personalizar y dar sistematicidad a los procesos educativos”. Por otra parte, el rol tradicional del profesor como transmisor principal de contenidos está absolutamente superado. Ahora los profesionales de las aulas deben saber cómo interactúan los grupos, identificar las características diferenciales de los adolescentes, por lo que es preciso formarles en competencias psicopedagógicas, explica Ernesto Gutiérrez-Crespo, que trabaja en el Instituto de FP Superior Elorrieta-Erreka Mari, de Bilbao. “Se deben aprovechar ?–dice– las nuevas tecnologías de la información para superar metodologías excesivamente magistrales. Como se suele decir: ‘Los profesores somos personas nacidas en el siglo xx que, con frecuencia, educamos alumnado para el siglo XXI con metodologías del siglo XIX’. Esto es lo que debe cambiar radicalmente”.