De los césares bonas, el pacto por la educación y otras reflexiones

Vaya por delante mi respeto a César Bona, lo que a continuación voy a exponer son comentarios y reflexiones realizados desde mi humilde posición de maestro que fui y de formador de futuros maestros que ahora soy.

Leo y escucho las diferentes propuestas y argumentaciones que periódicamente se hacen en el terreno educativo. Vienen desde las aulas y desde los medios de comunicación, pues el tema educativo da para mucho debate y, además, de él todo el mundo sabe. La educación está en cierta medida de moda debido a la falta de interés de los políticos para ponerse de acuerdo. Mientras se habla de pacto educativo, saltan a la luz fenómenos como el de César Bona, que hacen que se tambalee la llamada educación tradicional. Las redes sociales juegan su papel y el fenómeno se extiende como la pólvora. Sin embargo, es un fenómeno que siempre existió en forma de profesionales excelentes, creativos e innovadores que durante años han pasado desapercibidos, pero que ahora, como es el caso, aparecen como la panacea, como esas ideas nuevas que no se nos ocurrieron a los docentes nunca. Césares bonas anónimos ha habido muchos.

kids-in-classroom-thumbs-upPero veamos a grandes rasgos los pilares y argumentos (algunos literales) dados por este maestro elegido como uno de los 50 mejores maestros del mundo según el Global Teacher Prize:

  • Todo educador debe adaptarse al motor imparable y entusiasmado de un niño. Hay que motivarles, estimular su creatividad, aguijonear su curiosidad.
  • Vocación, maestros que sirven de referencia a los niños.
  • Hay maestros que hacen odiar las asignaturas.
  • Los maestros deben tener actitud hacia la docencia.
  • Educar en empatía, solidaridad, respeto, etc.
  • Potenciar la curiosidad y la creatividad.
  • Los lunes los niños hablan en público sobre un tema, en una de sus charlas pone el ejemplo de dar respuesta una sencilla apuesta sobre que hay tres extraterrestres…
  • Me lo paso bien en clase.
  • La escuela es la obligación para los niños… hacer la escuela para que los niños quieran ir.
  • Escuchar a los niños. Cuenta la historia de cómo escuchó a un niño y cómo al final le agradeció que le diera oportunidades.
  • Cada niño es un universo. Cuanto más difícil sea el niño, mayor habrá de ser nuestro reto. Queremos cambiar los niños, cuando lo que tenemos es que cambiar es la perspectiva de los niños.
  • Pone el ejemplo de Iván que no sabía pronunciar la r. Habló ante 400 personas porque se hizo de una protectora de animales.
  • Hay que encontrar las emociones de los niños, darles las herramientas para que sean felices.
  • Educar a las personas que serán los que respeten el medio ambiente o a otras personas.

A todo esto, hay que añadirle una especial habilidad personal para saber conjugar todas estas ideas en el aula. Este es además un rasgo fundamental, que a veces no concurre con el de tener vocación o ser creativo.

No obstante, hay varias cosas que no me han quedado claras:

  1. Apenas si he encontrado referencias a los padres. Es algo que me alarma, porque soy un defensor a ultranza de una educación ligada entre escuela y familia, si no es así, no se puede dar con eficacia un adecuado acto educativo.
  2. ¿Dónde quedan las programaciones didácticas, los estándares de aprendizaje, las rúbricas, y ese sinfín de trabas burocracias que tienen encadenados a los maestros a lo artificial?

En cualquier caso, este maestro tiene un sistema de trabajo muy interesante. Pero ¿qué dice de nuevo? ¿cuál es en realidad la fortaleza de ese discurso que le hace alcanzar el éxito? Sinceramente, no lo sé. Como indicaba al principio, son las redes sociales las que amplifican hoy en día cualquier noticia, porque buenos docentes han existido siempre y los sigue habiendo, maestros que nos dejaron una huella indeleble en nuestra formación, por su forma de ser, de actuar y de interesarnos por aprender. Sus arman son bien conocidas: vocación, creatividad, despertar la curiosidad, solidaridad, respeto, empatía, etc. D. Rafael me enseñó a escribir bien, a tener una exquisita ortografía, cuidar el texto, a redactar adecuadamente. Sin embargo, D. Juan Luis me mostró lo que no debe ser un maestro: inquisidor, dictador y sectario. Sí, ejemplos para seguir y no seguir tenemos todos. Esto es bastante simple. Otro punto fuerte sería tener vocación, si no se nace con ella (o se descubre después) no se puede amar lo que se hace día a día, mostrar ilusión renovada año tras año para convivir con los alumnos y mostrarles lo mucho que podemos aprender de ellos y nuestra capacidad para que aprendan por sí mismos. Y tengamos presentes a los grandes pedagogos que tanto nos enseñaron y tanto camino nos mostraron: de Piaget aprendí el texto libre, el cálculo vivo, las conferencias, etc. Sin olvidarnos de lo más importante: tener al niño como centro de todo y buscar que sea feliz en la escuela.

Saquemos algo positivo de todo lo dicho: estos impulsos pueden servir para que se siga hablando de educación y los políticos apuesten por un modelo educativo que permita todas estas propuestas metodológicas. De aquí viene la pregunta obvia y obligada ¿serán capaces los políticos de diseñar una ley educativa que permita todas estas propuestas que los césares bonas vienen planteando desde siempre?

La actividad escolar en el escenario de la vida

zoo-1Cuando empecé como maestrso dedicaba un día de la semana, habitualmente los viernes, a desarrollar la mitad de la clase fuera del colegio. A unos 200 metros había un trocito de sierra, había que subir una pendiente, pero lo hacíamos con verdadera ilusión. Se rompía el esquema de la clase, ya que nos rodeaban pinos y no paredes, había sonidos de pájaros y en lugar de baldosas teníamos bajos nuestros pies hierba. La naturaleza es un universo de sensaciones que siempre estaba relacionado con el tema de la semana y nos rodeaba como si fuera un gran mural capaz de ofrecernos ideas y especialmene hacernos ver las cosas de otra forma. Lo que más recuerdo de aquellas miniexcursiones es cómo se activaba la creatividad y la motivación de los alumnos. Reíamos mucho, bromeábamos y trabajábamos el currículum de una manera informal que nos hacía sentir diferentes.

Años después, en otra escuela, hacíamos excursiones a una era cercana (para quien no lo sepa, una era es un terreno, casi siempre en forma circular, de tierra firme y a veces empedrada). En una de esas eras que ya casi no existen, dedicadas a trillar cereales y aventarlos para obtener el grano, nos sentábamos en círculo y aprovechábamos para hacer una puesta en común de los principales contenidos de la semana y para que algún alumno impartiera una breve charla a sus compañeros sobre una temática que dominara. Después se hacía un debate. Otras veces hacíamos lecturas colectivas. Otras, simplemente dialogábamos de forma libre y espontánea, pero de forma ordenada y reflexiva.

La excursión que más posibilidades me ha ofrecido siempre es la temática, la que nos lleva a algún lugar peculiar y tiene la capacidad de actividar el conocimiento, tanto el propio y como el ajeno. Cuando era tutor en Infantil y en los primeros niveles de Primaria (antigua EGB), organizaba excursiones de una mañana a lugares de la localidad: panadería, almazara, biblioteca, carpintería, plaza de abastos, carnicería, etc. Siempre he concebido la escuela como un lugar vivo, cercano a la vida y basado en ella. Los libros, los vídeos o internet en la actualidad son meras simulaciones, más o menos potentes, pero al fin y al cabo suponen una realidad artificial. La escuela precisa situar su actividad en el escenario mismo de la vida. Por eso hacíamos girar todos los contenidos de la programación didáctica quincenal en torno a la excursión y los niños vivían con intensidad esos días previos a la misma, porque indagaban en lo que iban a vivir antes de vivirlo. Les servían para ello los libros, pero especialmente las fuentes verbales de familiares, amigos y conocidos. Una vez allí todo eran caras de asombro y luego cuando el panadero les decía que le hicieran preguntas todos levantaban la mano y se ponían nerviosos por saber más del tema. Y aquí es cuando yo intervenía para hacer la conexión con los diferentes contenidos curriculares, construía y reconstruía un proyecto sobre cuántas personas, cuántos ingredientes, cuántas horas, etc. había detrás del pan que cada mañana compraban los padres de los niños. O de una magdalena. O de algún dulce local, lo que daba pie a ampliar el vocabulario.

También viajaba con mis alumnos a algún lugar varias veces al año: centro de reciclado, sierra de Córdoba, fábrica de galletas, etc. En todas ellas había un antes, un durante y un después. Recuerdo que me inventé el “Cuaderno del observador”, una libreta pequeña de alambrillo que llevaba cada niño para anotar aquello que observaba y era digno de contar o de estudiar mejor. Uno de estos viajes que más me gustaba era la visita al Zoológico de Córdoba. Hacíamos todo tipo de actividades y proyectos sobre lo que era un zoo, las personas que trabajaban allí, el anímal que más les gustaba, los tipos de animales, lo que podía valer traer un animal desde su país de origen, lo que podía costzooar el mantenimiento diario de algunos animales, etc. etc. Trabajábamos muy bien el tema de la cautividad, del cuidado de los animales, de lo que suponía tenerlos encerrados en un hábitat hostil, etc. El tema daba para mucho, porque después del viaje, el zoo era un referente cada vez que hablábamos de los animales. Antes del partir lo preparábamos todo, cada uno en función de lo que más le interesaba hacía indagaciones, en grupo se preparaban temáticas concretas para luego verlas en el zoo. Por ejemplo, se estudiaba la vida del chimpancé y allí junto a su jaula los miembros del equipo contaban cosas sobre él que hacía más animada la visita. Al regreso del viaje se elaboraba un Libro de Vida con toda la experiencia vivida. Se escribían textos libres, se hacían dibujos para ilustrarlos y se confeccionaba un vocabulario. Luego con la ayuda de la imprenta de tipos de plomo y con la multicopista de alcohol manual toda la clase preparaba el material que serviría para trabajar a lo largo de los días siguientes. La clase se llenaba de actividad. Eran jornadas en las que se contaban anécdotas personales, sensaciones vividas, emociones, etc.

La escuela prepara para la vida y al entrar en su escenario, la educación adquiere su dimensión natural. Bajo mi punto de vista esta es una máxima que no se debería de olvidar en este mundo en el que las tecnologías se están imponiendo en todo y, en gran medida, nos están distanciando de la realidad.

El juego de despertar la curiosidad: una estrategia docente

9788434870673Aquel verano de hace ya muchos años me llevé a casa varias docenas de libros de literatura infantil para leerlos y seleccionar los mejores. Los leí uno a uno y fui descartando los que me parecieron más aburridos o con una prosa más vulgar.
El primer día de clase del nuevo curso escolar -ya casi perdido en el recuerdo-, aparecí con mi primer libro bajo el brazo “Los Batautos”. Les dije a mis alumnos: Mirad qué libro he comprado, voy a leerlo, y os iré contando qué me parece.
–    Pero profe … vaya nombre ¿de qué va?
–    Los batautos… ¿eso qué es?
–    No lo sé, no lo se – les repliqué. La portada parece bien interesante. No veis… son como unos enanos. En fin, ya os diré.
Al día siguiente, nada más entrar:
–    ¿Sabéis qué os digo? Que el libro me está gustando.
–    ¿Qué son, los… cómo se llamaban?
–    Batautos!!! Contestaron varios niños a la vez.
–    Son unos seres verdes. No sé si a vosotros os va a gustar, bueno,  je, je, son tan traviesos.
–    Seguro que son marcianos, … bueno eso está más visto que…
–    Pues no son marcianos -les dije sin darle importancia. Son seres que viven en el bosque. Ayer me leí casi la mitad del libro de una vez.
–    Pero Antonio, eso es para niños, no para gente mayor.
–    Bueno, yo soy un poco niño, además todo lo que sea ciencia ficción me apasiona. En realidad no son… bueno para qué os voy a contar si no os interesa, parece. En fin, todavía no sé qué va a pasar con Peluso, pero bueno no perdamos más tiempo, vamos a empezar a trabajar.
–    ¿Peluso? – se miraron unos a otros.
Muchos alumnos, levantando la mano preguntaban que siguiera contando algo más, pero les dije luego más tarde si había tiempo. Así quedó el tema este segundo día. Al siguiente, antes de hacer nada les comento:
–    Ayer me reí un montón con los tres batautos, vaya elementos.
–    ¿Quién son? Peluso es uno, verdad.
–    Vaya, te acuerdas. Pues sí, son Peluso, Buu y Erito, tres amigos de aupa. Bueno, Erito es un caso.
–    ¿Por qué? ¿por qué? (varios a la vez).
–    No os voy a decir mucho más, pero os adelanto que Erito tiene un humor de perros, siempre está enfadado.
Cuando lo termine lo traeré a clase y lo pondré en el rincón de lectura por si queréis leerlo. Así que Teresa, la delegada de clase, se ocupará de hacer una lista con los nombres de los interesados. Se apuntaron todos.
Venga, no perdamos más tiempo, vamos a ponernos en marcha. Preparad los cuadernos….
Al día siguiente, al entrar Teresa, Raquel y Juan Luis venían con su libro en la mano, ya lo habían estado enseñando a los compañeros en el patio de recreo mientras hacían fila.
–    Antonio, Antonio,… lo estamos leyendo. Vaya con los batautos qué malos son.
–    Yo lo llevo ya por la mitad – dijo Juan Luis.  Más que malos, son traviesos.
–    Bueno, eso, que no paran de hacer trastadas, como dice mi madre.
–    Sabéis lo que os digo, que ya he terminado de leer el libro y hay cosas que me han gustado mucho, especialmente la amistad y la colaboración entre los batautos. Ah, y el rMuñoz Martin, Juan - Fray Perico 01 - Fray Perico y su borrico [Portada]espeto que sienten por su entorno, es decir, por la naturaleza. Por cierto, otro batauto es Gusi. ¡Qué personaje!
–    Profe, déjalo ya en la estantería que yo soy el primero de la lista.
–    Ah, vale.
El quinto día de esta historia es cuando aparezco en clase con una docena de libros de “Los batautos” que había comprado previamente el colegio y los pongo sobre mi mesa. Mis alumnos se quedan totalmente desconcertados.
–    Para mí, para mí, para mí, ….
Salen todos casi en tropel para coger un libro, pero les digo:
–    Tranquilos, los vamos a leer en el orden que os fuisteis apuntando. Como hay muchos, pronto los podréis leer todos. Por cierto, he empezado a leer otro libro.
–    ¿Cuál? ¿cuál? ¿cuál?
–    Bueno de este solo os voy a mostrar la portada y su título. Es genial “Fray Perico y su borrico”. Me he leído ya un buen trozo. Bueno, es que me troncho nada más pensarlo.
–    Antonio, Antonio, … cuéntanos algo, cuéntanos algo. ¿Es gracioso? ¿De qué va?
–    Hoy no, porque tenemos muchas cosas pendientes, mañana.
–    …
El niño, cuando se despierta su curiosidad, quiere tener las cosas ya, de inmediato. Y yo jugaba con esto, retrasando y retrasando los desenlaces, contando anécdotas a medias, señalando aspectos que les podrían interesar, pero sin darle importancia, etc. La técnica del modelado, en la que el maestro actúa como ejemplo, da unos resultados espectaculares. Ese era el juego de despertar la curiosidad en mis clases con mis queridos niños de los primeros cursos de la antigua EGB.

Educar ciudadanos digitales multitarea

178578192Por la tarde, María estaba sentada en el sofá viendo la televisión con su padre, a la vez que repasaba unos apuntes y veía el capítulo de una serie en el ipad que tenía sobre sus piernas. Recibió un mensaje por WhatsApp y lo respondió sin inmutarse y sin dejar de hacer las diferentes actividades que llevaba al mismo tiempo. Extrañado por su actitud, el padre le dijo que estaba perdiendo el tiempo, porque seguro que no se estaba enterando de la mitad de las cosas. Enfadada, le contó con detalle por dónde iba la trama de la película de la televisión y lo que llevaba visto de la serie, aunque los apuntes solo los hojeaba, le dijo.

María es alumna de 6º de Primaria y se puede considerar como buena estudiante, pero en clase, los profesores se quejan de que se distrae mucho. Especialmente, en Lengua, cuando se trata de lecturas comprensivas en las que hace falta un seguimiento de las mismas para no perderse.

¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué nuestros hijos, aprendices digitales experimentados, auténticos ciudadanos multitarea tienen dificultades para llevar a cabo actividades tan simples como seguir la comprensión lectora? ¿qué está pasando realmente?

Pienso en los alumnos de Primaria, Secundaria y Universidad, en nuestros jóvenes, cautivos de un mundo virtual del que no pueden sustraerse, inmersos día a día en redes sociales, grupos conectados las 24 horas, con capacidades multitarea muy desarrolladas y con estrategias cada vez más acentuadas de autoaprendizaje. Sus días de lunes a viernes los pasan encerrados entre cuatro paredes, con estímulos muy limitados y haciendo cosas que sólo hacen allí. Desarrollan ejercicios y actividades repetitivos y desconocectados de la realidad, escuchan mensajes unidireccionales de sus maestros o profesores, tienen que mantener su atención en aspectos a los que no le encuentran aplicación práctica, etc. En definitiva, en las aulas realizan tareas que son solo de ese lugar, no tienen relación con sus vidas cotidianas, no conectan con la realidad que viven. Entonces, recuerdo la historia de los viajeros en el tiempo, personajes que venían de épocas pasadas. Entre ellos había un grupo de cirujanos y otro de maestros. Llegaban al planeta Tierra para conocer qué había cambiado después de cientos de años viajando por el universo. Al llegar a un moderno hospital los cirujanos quedaron desconcertados, reconocieron que se estaba llevando a cabo una operación, pero no sabían qué estaba haciendo el cirujano, ni para qué servían aquellos extraños instrumentos, ni los equipos que estaban utilizando. Realmente, quedaron atónitos, perplejos por las pantallas de televisión en las que salían ampliados los órganos, las potentes luces, los aparatos electrónicos diversos que allí había. Por el contrario, nuestro grupo de maestros al llegar a una escuela la reconocieron al instante. Era un colegio de Primaria moderno con mobiliario muy actual, y quedaron gratamente sorprendidos, los objetos y útiles utilizados eran diferentes a los que ellos usaron en su tiempo. Observando la actuación del maestro pensaron si aquello era mejor o peor que lo que ellos hacían tantos años atrás, incluso tuvieron entre ellos opiniones diferentes. La presencia de una pizarra digital en una de las aulas les hizo pensar que se estaba produciendo un cambio, pero enseguida comprendieron la finalidad de lo que se estaba realizando en aquellas clases. La presencia de la mesa del maestro, de la pizarra, de los libros, de las explicaciones del maestro, etc. les hizo suspirar pensando que podrían seguir desarrollando su labor como docentes, casi como si no hubieran pasado los años.

Y aquí está la respuesta, no se ha producido en educación un cambio de la misma envergadura que en otras profesiones, la escuela no se ha adaptado al niño ni a la sociedad, la escuela camina a un paso de tortuga, a la vez que la sociedad lo hace como una liebre. Mientras esto sea así, la carrera estará perdida inevitablemente. El cambio debe ser múltiple, de forma que permita al niño recibir estímulos similares a los que tiene fuera de la misma: utilización masiva de las tecnologías, servirse de las mismas para aprender e innovar y no para hacer lo mismo que sin ellas, actividades cooperativas, etc. Y todo debe ir acompañado de nuevas metodologías de trabajo en el aula, diametralmente opuestas a las tradicionales.

Hace unos días visité un colegio de Primaria y los niños estaban haciendo ejercicios de sumas en la pizarra digital. Patético. ¿Cómo podremos así y con actuaciones similares educar ciudadanos digitales multitarea?

Malala y la lucha por la no discriminación en educación

malala3_EsLa paquistaní Malala, aquella joven a la que los talibanes dispararon en la cabeza cuando tenía 14 años y que estuvo a punto de morir por defender la escolarización de las mujeres, ha recibido el premio nobel de la paz 2014 con solo 17 años. Es un acontecimiento que pone en evidencia que en educación todavía queda mucho por hacer y que a veces es necesario que ocurran atentados como el sufrido por esta joven paquistaní para que se despierte la conciencia colectiva. Otra cuestión diferente es si seremos capaces de ir más allá, de si las grandes potencias mundiales mirarán cara a cara a los que sufren o lo harán sólo con declaraciones de intenciones o con la concesión de premios más o menos pomposos como el nobel.

Gabriel Celaya afirmaba en un fragmento de su poema “La poesía es un arma cargada de futuro”:

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Al igual que esa poesía concebida por el poeta, la EDUCACIÓN también es un arma cargada de futuro, pero mucho más real. Tal vez la única arma que tenemos para cambiar las injusticias sociales y la indignidad de aquellos ciudadanos y gobernantes que viven para enriquecerse a costa de los demás. Con la defensa de estas ideas que podemos hacer desde nuestros puestos de trabajo, en el día a día, todos nos convertimos un poco en Malala.

¿Desprecio a la profesión de maestro o ignorancia?

nino-y-maestraTras leer los titulares que diversos medios informativos han dedicado a las recientes palabras del presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González,  me inclino en pensar que lo que este político tiene y los que le rodean y asesoran es ignorancia de lo que significa ser maestro. Uno de estos titulares dice así: Madrid pedirá que los titulados universitarios sin magisterio puedan opositar a maestros. O sea, ampliar el acceso a las pruebas de maestro a titulados universitarios que no hayan recibido formación de Magisterio, de manera que puedan ejercer como tales.  ¿ Y para qué? Pues parece que para mejorar la calidad. Aquí me pierdo, porque se supone que la calidad depende de la preparación de los profesionales que ejercen la labor de enseñar. Si pones al frente de un aula a una persona que no se ha preparado para tal función ¿cómo podrán ir mejor las cosas? Sería algo así como que para mejorar la medicina se permita que la ejerzan, tras la superación del MIR, profesionales como enfermeros o biólogos. Increíble, qué idea más potente ¿se le habrá ocurrido al señor González sólo o en largas sesiones de debate con sus asesores?

Optimizar la forma de acceder a los estudios, es buena idea; exigir mejores notas a los que quieran ser maestros, es buena idea; modificar los planes de estudio, es buena idea; mejorar el sistema de acceso a los estudios de magisterio, es buena idea; reorganizar el modelo de Practicum, es buena idea; mejorar el sueldo de los maestros tras tantas exigencias, es mejor idea. Pero, señor Ignacio González y asesores, que cualquiera pueda ser maestro sin estudiar magisterio, es una pésima idea. Y lo peor, como decía al principio, una gran ignorancia. Porque lo que se necesita para ser un buen maestro es una formación especializada en pedagogía y grandes dosis de vocación. Especialmente sin esto último no se puede ser maestro.

En este tipo de propuestas hay un gran desconocimiento de la profesión de maestro y mucho desprecio a la misma.

 

La noticia en dos periódicos:

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/04/22/madrid/1398168019_167986.html

http://www.elmundo.es/madrid/2014/04/22/53564741e2704e20518b456c.html

 

Educación, informe PISA y violencia de género

imagesHace unos días se ha hecho público un informe de la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE (FRA), basado en una encuesta realizada a 42000 mujeres de 28 países de la UE. En ella se pone de manifiesto que un tercio de ellas, entre 18 y 74 años (unos 62 millones) ha sufrido algún tipo de abuso físico, una de cada diez ha sido agredida sexualmente y una de cada 20 ha sido violada alguna vez en su vida.

No voy a entrar en el hecho de que en muy pocos casos esto se denuncia, ni en la falta de leyes europeas que protejan de manera explícita y sin rodeos los derechos fundamentales de las mujeres, voy a hacerlo en la relación contradictoria que encuentro entre violencia y educación. Me explico. Resulta que los países con más violencia de género son Dinamarca, Finlandia y Suecia, curiosamente con sistemas educativos muy bien situados en el ranking que nos ofrece el Informe PISA. En especial, Finlandia, que aparece como primer país europeo en el listado en competencia lectora, matemática y científica ¿y qué hay de la competencia ciudadana?

El porcentaje de mujeres que aseguran haber sido víctimas desde la edad de 15 años de violencia física o sexual por una pareja actual o pasada es del 52% en Dinamarca, del 47% en Finlandia y del 46% en Suecia. Holanda (45%), Francia (44%) y Reino Unido (44%) son otros de los países donde más mujeres reconocieron haber sido víctima de violencia. España, que en el Informe PISA está en un puesto alejado de la cabeza (33), sólo tiene un 22% de violencia, que siendo mucho, está muy por debajo de países que en materia educativa nos llevan ventaja.

Desde mi humilde formación como orientador y tutor, siempre he defendido la educación integral como la base de cualquier sistema educativo que se precie ¿para qué queremos ciudadanos que son un prodigio en sus profesiones si en un alto porcentaje menosprecian a sus parejas, las agreden y abusan de ellas? Las mismas estadísticas que valen para una cosa, son igualmente válidas para otras.

Cuando analizaba recientemente con mis alumnos el modelo educativo finlandés veíamos tras un sistema moderno a familias preocupadas por sus hijos, implicadas en su educación y en contacto permanente con los centros. Pero con estos nuevos datos, he llegado a la conclusión de que esa envidiable educación finlandesa esconde una obsesión por el rendimiento académico y descuida de manera imperdonable la formación de las personas en valores básicos en la sociedad actual, como son el respeto al otro, la tolerancia y la igualdad de género. En el ámbito familiar se vislumbran matices de desequilibro, inestabilidad, machismo y una preocupación por los contenidos instrumentales por encima de la formación del ciudadano en todas sus vertientes. Los años de ventaja en esta materia son sólo fachada, pura estadística, porque la violencia de género destruye cualquier tipo de consideración.

Ese porcentaje del 12 % de niñas europeas que ha sufrido algún tipo de abuso sexual y que a la cabeza estén, entre otros, Noruega, Finlandia, Suecia, Holanda, Francia o Reino Unido, me hace pensar que tal vez la LOGSE o la LOE no hayan sido leyes tan malas como algunos políticos cuentan y hayan servido para poner las bases de la formación en ciudadanía, algo que el PP se ha cargado de cuajo en estos años y mucho más con la entrada de su retrógrada LOMCE ¿Pensarán, tal vez, que el modelo finlandés es mejor?

Un hito histórico: el comienzo de las clases en la UJA

En este curso 2013/2014 las clases comienzan en la UJA el día 9 de septiembre. Que yo recuerde, no existen precedentes históricos en los que la universidad echeDOCU_IDEAL a andar antes que en Infantil, Primaria o Secundaria. Es decir, somos los primeros. El cambio de modelo obedece a un nuevo sistema de reparto del tiempo académico y, de manera especial, a la moficación drástica del periodo de exámenes. Desde mi punto de vista esto no es acertado, porque probablemente los nuevos periodos favorezcan las cuestiones administrativas, pero penalizan las pedagógicas. Me explico. El alumno que suspende una materia en los exámenes de mayo-junio dispone sólo de dos semanas para preparar los de junio-julio. Y puede que ni esto, puesto que el profesorado tiene oficialmente 15 días para corregir los exámenes y, en los casos de clases numerosas, es fácil que se agote este tiempo.

Me decía una alumna en mi despacho la semana pasada: “Antes disponíamos del verano para preparar las materias suspensas. Era ya un problema nuestro que lo hiciéramos o no, pero ahora esto ya no es posible”.

Los plazos de aprendizaja y asimilación requieren un tiempo, lo que no se estudia en un cuatrimestre no puede hacerse en 15 días, pero sí en dos meses. El proceso se podría complementar con indicaciones de estudio por parte del profesorado, dirigidas a la preparación de las asignaturas suspensas en el tiempo estival. Se mantendrían así los exámenes de septiembre, planificándolos desde el mismo día 1. Pero igualmente deberían buscarse nuevas estrategias de matriculación que facilitasen que a finales de septiembre todos los alumnos estén ya listos para iniciar el nuevo curso académico. Esta fecha es más lógica y eficaz que hacerlo a principios de mes cuando, en muchos casos, ni se ha contratado el profesorado necesario.

El tiempo dirá lo acertado o no de la medida.

 

Formarse para el paro o para la emigración

Era una noticia de hace sólo unos días: “Ecuador necesita a medio plazo 5 .000 docentes para dar clase a nivel infantil, así como de primaria, secundaria y bachillerato, y un medio millar de docentes universitarios…”. El titular decía “Ecuador ofrece trabajo a docentes en España”. Quien nos lo iba a decir a los arrogantes españoles, que hace muy pocos años nos mostrábamos enfadados con la llegada de inmigrantes a nuestro país, un país que creíamos con una riqueza casi inagotable. Recuerdo la frase de “España va bien”, dicha con tal altanería y prepotencia que se exportó a todo el mundo ¿Y ahora qué? Se le podría decir a aquel político que tanto contribuyó a que aquella riqueza (efímera riqueza) se concentrara en torno a la construcción de viviendas. Al amparo de la misma se constituyó de forma paralela toda una legión de especuladores y unos banqueros irresponsables que dilapidaron la inagotable riqueza que aquel político postulaba en sus discursos. Y así llegamos al momento actual en el que encontramos un país arruinado y un nutrido grupo de ladrones que salpican las noticias de los medios de comunicación. Otros ladrones, más espabilados, están pasando desapercibidos porque dejaron bien preparada su salida del escenario especulador.

Pues bien, esta es la situación. Un país con un paro de un 26,26% tiene un gravísimo problema que debe atajar como sea. Y aquí viene mi reflexión y la noticia con la que comenzaba este post: estamos formando estudiantes para enviarlos al paro o para emigrar. Es decir, el estado español pone los fondos para formar a ciudadanos competentes en una determinada actividad y después son otros países los que les sacan el rendimiento. Esto en el mejor de los casos, porque la otra posibilidad es pasar a engrosar las listas del paro. Realmente, es muy, pero muy triste.

Todos lo sufrimos de manera más o menos cercana: hijos, primos, amigos, hijos de amigos, conocidos, etc. que se encuentran ya fuera de España. El hijo de un amigo, arquitecto técnico, está en Londres buscando trabajo, ahora sirve pintas en un pub y mejora el nivel de inglés hasta que le salga algo. El hijo de una vecina ya pasó por esto y ya ha sido contratado como ingeniero informático en una empresa que desarrolla software para la aviación inglesa. La hija de otro vecino es arquitecta y está haciendo sus primeros pinitos en el diseño de edificios en un despacho de Berlín. Una persona muy cercana a mi familia, ingeniero de caminos, desarrolla proyectos de construcción de centrales térmicas y de infraestructuras eléctricas en una empresa española afincada en latinoamérica. Y muchos otros están fuera de España buscando trabajo en lo que sea y, al final, terminan trabajando en algo distinto para lo que fueron preparados. ¿Sigo? Sería aburrido porque la lista no tendría casi fin. Y me refiero a los que están buscando trabajo o trabajando fuera de España, no digo nada de los sueldos que cobran, ni si están viendo cumplidas sus expectativas profesionales. Pero al fin y al cabo todavía es una minoría, porque el resto, o sea la inmensa mayoría, está en el paro. O, como medida paliativa, sobreformándose realizando uno o varios másteres que pagan como pueden, dados los costes de las tasas universitarias (de Wert prefiero no hablar).

El colofón final lo ponen noticias como la que da comienzo el post, la contratación masiva de personal de la enseñanza. O sea, nosotros formamos a los formadores para que estos formen en otros países. Y digo yo ¿no es esta una perversión del sistema? Nuestros maestros, nuestros profesores de secundaria y nuestros profesores de universidad estudian y se preparan para ser formadores de nuestros ciudadanos. Esa es la inversión del país, una buena formación que redunde en la mejora de la calidad de vida de sus ciudadanos, no de ciudadanos de otros países. Porque no se trata de un hecho puntual, que un maestro se vaya a Ecuador a impartir clases, bien porque le apetezca el reto o porque desee cambiar de aires, sino que miles de maestros españoles se van a Ecuador a trabajar para formar a ciudadanos ecuatorianos porque, desesperados, no les queda más remedio.

Nuestros políticos, sí los políticos españoles, esos que no se dan por aludidos, deberían sentir cuanto menos vergüenza de esta situación y poner los medios para que los titulados mejor formados de nuestra historia puedan tener un trabajo digno y acorde con su formación aquí en España. Es evidente que el modelo económico vigente está trasnochado y no funciona, por lo que será necesario reinventar uno diferente en el que la nueva generación de gente formada pueda tener algo que decir ¿se avecina una revolución?

Mis primeros días como maestro de Preescolar

El martes pasado, día 5 de febrero, tuve mi primer contacto con los maestros del flamante Grado de Educación Infantil en la Universidad de Jaén. Bueno, mejor dicho maestras, pues todas eran y son mujeres. No fue un choque porque sé por propia experiencia que la Educación Infantil es una etapa preferida para docentes del género femenino. Esos instantes ante aquellas futuras maestras me hicieron retroceder -ya sabía que pasaría- al año 1986 cuando llegué a Lopera destinado como maestro de Preescolar. Realmente cuando se aprueban oposiciones de maestro y se contempla todo un mundo por delante que explorar no se cae en la cuenta de lo importante que es ser maestro, ser docente, ser tutor.

Mi primer contacto con el loperano asilvestrado (creanme que no exagero) fue ciertamente estremecedor. Un aula repleta de niños de 4 años agarrados a las faldas de sus madres, berreando y moqueando a más no poder. ¡Y qué pulmones tenían!. Aquellos 30 zagales (no los 20 o menos de ahora) llenaron de llantos y lágrimas mi cerebro en el que fuera mi primer contacto con la docencia en mi querida Lopera. Nadie puede imaginar lo asalvajados que estaban aquellos niños (o a mi me lo parecieron). Niños capaces de arrancarle de cuajo un brazo a una muñeca con tal de no prestarla al compañero o de “jarruñar” como un gato al que se acercara a pedirle el balón, niños que usaban el camión para arrearle golpes al compañero y niños que arreaban patadas a diestro y siniestro porque querían todos los juguetes solo para ellos. También los había mimosos que se agarraban a mi pantalón con el gesto estremecido como si estuvieran en un lejano planeta de una apartada galaxia.

Los había de todos los tipos: egoistas, mimados, caprichosos,  juguetones, huraños, gritones, … Todos ellos pusieron en evidencia en aquellos primeros días esa paciencia que dice mi madre que tengo de nacimiento. Y es que por entonces el niño iba de la casa a la escuela sin pasar, salvo en honrosas excepciones, por la guardería. Me acuerdo de los días que Raquel estuvo de “hocico” (o sea enfadada) en un rincón sin moverse, sin decir nada y sin que yo supiera por qué o Alfonso que se pasaba berreando horas y horas días enteros de las primeras semanas de clase. Estas y otras situaciones concretas hicieron replantarme este oficio que elegí por vocación. En esos primeros días dije a mi mujer, compañera en el aula de al lado, que si los llantos perduraban, dejaba la escuela y me dedicaba a cualquier otra cosa. Y lo decía “casi” de verdad. ¡Cómo ignoraba lo mucho que iba a aprender de aquellos niños! ¡Ni cuánto iba a quererlos y a necesitarlos!.

Con imaginación y paciencia, pero con mucha, mucha creatividad, me los fui ganando. No era fácil, porque yo no era una seño, sino un tipo con bigote y pinta de serio. Encima, cuando se relajaron y empezaron a hablar, me decían “señorito puedo ir a…”. Eso sí que no, les dije, de señorito nada,… Antonio, Antonio a secas. Pues lo que me faltaba es que encima me dijeran señorito.

Me busqué unos guiñoles y con éllos los recibía cada día como si hablaran, después les contaba una historia del guiñol que esa mañana les había dado la bienvenida, y cantamos canciones, y nos reíamos, nos reíamos mucho. Es lo que más hacíamos esos días, reirnos. Pero fue cuando cesaron las hostilidades, aunque Alfonso seguía berreando a ratos al lado de la puerta de salida de clase. Después visitamos muchos lugares del pueblo, como la panadería, donde vieron cómo se hacían los bollos y los dulces y se mancharon de harina. Se diviertieron y aprendieron mucho. Pedimos que nos hicieran un arenero en el recreo y allí se lo pasaban en grande jugando. Bueno, se llenaban de arena (lógico) y algunas madres se enfadaron. Pero poco, sabían que sus hijos eran felices y ese es el mejor tesoro que puede tener un crío pequeño. Al poco tiempo algunas madres (en los pueblos casi siempre es la madre) me dijeron que qué les había hecho a sus hijos que ni querían desayunar por ir a la escuela. Y eso… eso… me llenaba de orgullo y me ilusionaba aún más en lo que estaba haciendo porque me señalaba el camino.

Y después vino, … pero después…. el aprendizaje de conceptos básicos y la preparación para la lectoescritura y el cálculo… esa es otra historia que también contaré algún día. Hoy lo que quería compartir con vosotros es que en unas pocas semanas se obró ¡un milagro!, todos formábamos una gran familia y a fe que a todos tomé como si fuesen mis hijos.

Es increíbel lo que yo aprendí de mis alumnos y lo que me acuerdo de ellos y de aquel bautismo en la educación de los más pequeños. Ahora que soy profesor de universidad y me encargo de formar a los futuros maestros de Infantil es cuando más orgulloso me siento de mis comienzos. Y digo a menudo con total convicción: todo profesor debería empezar la profesión de docente en Educación Infantil. Es una experiencia que marca y hace ver las cosas como son, la complejidad y la belleza que tiene educar al ser humano y comprender lo diferentes y lo parecidos que somos todos. Es la diversidad, la vida misma, la esencia del trabajo del docente.