-
Leonardo Boff: un discurso ético
(1)Reproduzco en esta entrada un artículo de Leonardo Boff en el aparece el concepto de resiliencia para hablar de la felicidad posible. Les invito a leer en el blog que Boff tiene:
¿Cuál es la felicidad posible?
La felicidad es uno de los bienes más ansiados por el ser humano, pero no puede ser comprada ni en el mercado, ni en la bolsa, ni en los bancos. A pesar de eso, alrededor de ella se ha creado toda una industria que viene bajo el nombre de auto-ayuda. Con pedazos de ciencia y de psicología se procura ofrecer una fórmula infalible para alcanzar «la vida que usted siempre soñó». Confrontada, sin embargo, con el curso inalterable de las cosas, se muestra insostenible y falaz. Curiosamente, la mayoría de los que buscan la felicidad intuyen que no puede encontrarla en la ciencia pura o en algún centro tecnológico. Van a un pai o mãe de santo o a un centro espírita o frecuentan un grupo carismático, consultan a un gurú, leen el horóscopo o estudian el I-Ching de la felicidad. Tienen conciencia de que la consecución de la felicidad no está en la razón analítica o calculatoria sino en la razón sensible y en la inteligencia emocional y cordial. Esto porque la felicidad debe venir de dentro, del corazón y de la sensibilidad.
Para decirlo sin rodeos: no se puede ir directamente a la felicidad. Quien lo hace así es infeliz casi siempre. La felicidad resulta de algo anterior: de la esencia del ser humano y de un sentido de justa medida en todo.
La esencia del ser humano reside en su capacidad de relacionarse. Él es un nudo de relaciones, una especie de rizoma, cuyas raíces apuntan en todas las direcciones. Sólo se realiza cuando activa continuamente su panrelacionalidad, con el universo, con la naturaleza, con la sociedad, con las personas, con su propio corazón y con Dios. Esa relación con lo diferente le permite el intercambio, el enriquecimiento y la transformación. La felicidad o infelicidad nace de este juego de relaciones en proporción a la calidad de las mismas. Fuera de la relación no hay felicidad posible.
Pero eso no basta. Importa vivir un sentido profundo de justa medida en el cuadro de la condición humana concreta. Ésta está hecha de realizaciones y de frustraciones, de violencia y de cariño, de la monotonía de lo cotidiano y de acontecimientos sorprendentes, de salud, de enfermedad y, por último, de muerte.
Ser feliz es encontrar la justa medida en relación a estas polarizaciones. De ahí nace un equilibrio creativo: sin ser demasiado pesimista porque ve las sombras, ni demasiado optimista porque percibe las luces. Ser concretamente realista, asumiendo creativamente lo incompleto de la vida humana, intentando, día a día, escribir derecho con renglones torcidos.
La felicidad depende de esta actitud, especialmente cuando nos enfrentamos a los límites inevitables, como por ejemplo, las frustraciones y la muerte. De nada vale ser rebelde o resignado, pero todo cambia si somos creativos: eso hace de los límites fuentes de energía y de crecimiento. Es lo que llamamos resiliencia: el arte de sacar ventaja de las dificultades y de los fracasos.
Aquí aparece un sentido espiritual de la vida, sin el cual la felicidad no se sostiene a mediano y a largo plazo. Entonces resulta que la muerte no es enemiga de la vida, sino un salto rumbo a un otro orden más alto. Si nos sentimos en la palma de las manos de Dios, serenamos. Morir es sumergirnos en la Fuente. De esta forma, como dice Pedro Demo, un pensador que en Brasil hizo el mejor estudio de la Dialéctica de la Felicidad (en tres tomos, publicados por la editorial Vozes): «Si no se puede traer el cielo a la tierra, por lo menos podemos acercarlos». Esta es la sencilla y factible felicidad que podemos penosamente conquistar como hijos e hijas de Adán y Eva decaidos.
Una respuesta to “Leonardo Boff: un discurso ético”
-
RQuijano abril 6th, 2010 at 9:56 am
La felicidad se ha enmarcado en torno a más tengo, más soy, más quiero, por tanto nunca se es lo suficientemente feliz. Bien es cierto que la felicidad depende mucho del entorno y de las relaciones del individuo con la sociedad y mas es así cuando esas relaciones son favorables es decir que influyen aun más para que esta persona sea feliz o al menos lo tenga más fácil para serlo.
Desde pequeños no enseñan que está bien y que está mal, pero no nos enseña que la felicidad no se haya en tenerlo todo. Nos mal acostumbran a querer y tener más que nadie, a ser el primero, y a destacar por encima de todo y de todos, ¿acaso somos más felices de lo que eran nuestros padres teniendo ello menos cosas y medios que nosotros? pues lo cierto de todo esto es que lo mismo ellos han sido más felices que nosotros por no verse rodeado por ese materialismo y producción constante. No por más se es más feliz y no por menos se es menos feliz.
Comprender que cada momento de nuestra vida se puede ser feliz con lo que se tiene, no lamentándose por lo que se tuvo o por lo que se podría tener, no es malo desear ser más feliz, lo malo es que eso sea un problema, como bien comenta este autor es ver la justa medida de las cosas.
Vemos como pequeños ansían ser mayores creyendo que van a ser más felices y cuando eres mayor quieres volver a ser pequeño para volver a esa inocencia y cuando te haces anciano te lamentas por lo que viene, uno mismo merma sus capacidades y limita aun más la vida porque no llegan a comprender que es otra etapa más de su vida, el miedo le hace sombra.Aunque suene tópico Carpe Diem