Iván Rodríguez Arévalo. Divulgación Científica en Biología Celular. Proyecto de Innovación y Mejora Docente de la Universidad de Jaén.
Estamos en pleno verano, una época del año en la que todos disfrutamos del sol y del aire libre. Sin embargo, es también una estación en la que debemos prestar especial atención al cuidado de nuestra piel.
La exposición al sol pueden acelerar el envejecimiento y la aparición de arrugas. Pero, ¿qué sucede en nuestro cuerpo, y más concretamente en nuestra piel, a medida que envejecemos?
El envejecimiento celular: un reloj en marcha
El envejecimiento celular es un fenómeno complejo que implica una serie de cambios en la célula y sus funciones a lo largo del tiempo. Uno de los aspectos más destacados es la senescencia (envejecimiento) celular, un estado de “paro” permanente del ciclo celular en el que las células ya no pueden dividirse.
La senescencia celular puede ser inducida por una variedad de factores, incluyendo el daño al ADN por acumulación de mutaciones, la alteración en la función de mitocondrias, el estrés oxidativo y que los telómeros se acorten.
Los telómeros son las “tapas” de los extremos de nuestros cromosomas. Estos tienden a ser cada vez más cortos conforme una célula se divide. Cuando se acortan demasiado, la célula ya no puede dividirse y entra en un estado de senescencia. El acortamiento de los telómeros, y por lo tanto de los cromosomas, es como un reloj de arena que marca el tiempo de la vida de las células.
El papel crucial de las mitocondrias
Las mitocondrias, conocidas como las “centrales energéticas” celulares, tienen múltiples funciones. No solo producen energía, sino que también son necesarias para la cicatrización de heridas, la pigmentación, el crecimiento del cabello e incluso están involucradas en la señalización celular gracias a unas moléculas llamadas especies reactivas de oxígeno (ROS).
Se ha propuesto la denominada “teoría de los radicales libres del envejecimiento“, según la cual las mutaciones en el ADN mitocondrial (sí, en las mitocondrias también encontramos ADN), ya sean espontáneas o derivadas de algún tipo de estrés oxidativo, pueden alterar el metabolismo celular y aumentar los niveles de ROS.
Aunque las ROS en bajas cantidades actúan como transmisores de información, en grandes cantidades puede reaccionar negativamente con los diferentes componentes de las células y causar un daño que acelera el envejecimiento e influye en el desencadenamiento de enfermedades degenerativas.
El envejecimiento de la piel, el sol y la contaminación
Se ha observado que las células expuestas al sol acumulan más mutaciones en el ADN mitocondrial que las no expuestas, lo cual es debido a la radiación ultravioleta. Además, la exposición a moléculas pequeñas, al ozono y un exceso en la producción de ROS pueden favorecer el envejecimiento de la piel, dando lugar a arrugas y manchas de pigmentación.
Las partículas liberadas por los vehículos y el hollín también se han asociado a manchas de pigmentos en la frente y las mejillas, lo que sugiere un mecanismo similar al que desencadenan los rayos ultravioleta.
La aparición de las arrugas
Las arrugas son una manifestación visible del envejecimiento de la piel. A medida que envejecemos, nuestra piel pierde elasticidad y se vuelve más delgada, lo que contribuye a la formación de arrugas.
En este proceso incluyen diferentes factores, entre los que se incluyen tanto la disminución de la producción de colágeno y elastina, proteínas que proporcionan estructura y elasticidad a la piel, como el daño causado por los radicales libres y las ROS anteriormente citadas, con un papel crucial de las mitocondrias en este proceso.
Prevención del envejecimiento celular y tisular
Si estás preocupado por tu piel, recuerda protegerte del sol, evitar si puedes zonas muy contaminadas, y comer de manera saludable y equilibrada para tener todos los nutrientes necesarios. Aunque el envejecimiento es un proceso natural, puedes tomar medidas que ayuden a cuidar tus tejidos a medida que envejeces.
Además, puede ser útil la aplicación tópica de productos que contienen antioxidantes, como las vitaminas C y E, que ayudan a proteger la piel del daño causado por los radicales libres. Los productos con retinoides también podrían estimular la producción de colágeno y parecen mejorar la textura de la piel.
En este verano, y en todas las estaciones, es importante recordar que un cuidado adecuado puede sin duda contribuir a mantenerte joven, por dentro y por fuera.