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  • La más bella fórmula matemática de la historia

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    Enviado el enero 27th, 2009AdministradorGeneral, Matemáticas

    Sin duda la igualdad más popularmente conocida a nivel mundial, incluso fuera del ámbito científico, es la fórmula de Einstein: E=mC2 que relaciona la Energía (E) con la masa (m) mediante la constante C (velocidad de la luz en el vacío). La hemos podido ver en innumerables situaciones y contextos, inspirando todo tipo de publicidad, eventos científicos, sellos, carteles, logos, camisetas, … Sin embargo, parece existir un acuerdo unánime en el mundo científico sobre la que, indiscutiblemente y desde hace más de dos siglos, se refrenda como la más bella igualdad descubierta hasta el momento: la sublime y mística fórmula de Leonhard Euler

    ei π + 1 = 0

    Así lo ratificaba la encuesta realizada en 1988 a los lectores de la revista especializada Mathematical Intelligencer.

    Es probable que en la evolución de la matemática en el tiempo los números: 1, 0, π (3.141592…), e (2.718281…, base de los logaritmos neperianos), i (unidad imaginaria), hayan surgido en ese orden como verdaderos motores del desarrollo de esta ciencia, pero lo más extraordinario de todo es que se congreguen “de una forma totalmente inesperada” en una minúscula fórmula de equilibrada belleza.

    No cabe duda de que los criterios estéticos están presentes en las teorías científicas que describen las leyes de la naturaleza. Cuando le preguntaron al físico Paul Dirac si creía verdadera la fórmula de Einstein respondió sencillamente ante la polémica del momento: “¡Qué más da si es verdad o mentira; es tan bella!”.

    La belleza la percibimos especialmente a través de los sentidos de la vista, el oído , el olfato, … tal vez mediante la estimulación de algún mecanismo cerebral que nos produce una sensación de admiración, placer, indiferencia o rechazo. Pero esta percepción es algo muy personal y está condicionada por nuestra educación, nuestra formación y nuestros prejuicios.

    Hay quienes permanecen indiferentes ante la visión de un cuadro de Dalí, la escucha de los acordes de un adagio de Albinoni, la lectura de un poema de Alberti o la contemplación de la fórmula de Euler. Aún así, contagiar la belleza seguirá siendo el empeño de poetas, pintores, escultores, músicos, artistas y, cómo no, de los matemáticos.

    (Texto aparecido en Diario JAEN, 29 de enero de 2009)